¿Por qué trabajas aquí?
¿Por qué el cielo está así?
¿Por qué existe el sueño?
Francamente no supe responder todas sus preguntas, dudo que sus papás o alguien humano pueda, sin embargo mi frustración fue aumentando, porque me dí cuenta, había tantas cosas en la vida sobre las que desconocía su razón de ser y existir.
Cuando dejé a Valentina con sus padres, ella se despidió con un sorpresivo beso, aún húmeda mi mejilla, había dejado la semilla del por qué, olvidé las preocupaciones del trabajo y me entregué al porque de los por qués de Valentina.
Llegué a casa y busqué en el librero de las respuestas y encontré el libro del ¿Por qué? de Julián Cícero de la colección Mio, editado por Vanguardia Educativa. Cuando lo abrí, me di cuenta que tampoco tenía respuestas y que al igual que Valentina durante el viaje al no recibir respuestas, había preferido mirar el paisaje por la ventanilla.
Era evidente un libro lleno de muchos por qués sin ninguna respuesta. Mi corazón se calmó y me puse a observar las ilustraciones. ¡Sí!, entonces compredí porque Cícero había dejado sin respuesta tantas interrogantes de la vida, los colores de las ilustraciónes podían hablar de la existencia de cada una de esas situaciones, personas, cosas, etc. Las razones eran letras que no cabían en esas escenas, porque sí una cosa es cierta, la vida es un momento lleno de color, muchas veces sin una razón comprensible a los ojos. Gracias a ese azar los niños se sorprenden y los adultos aceptamos su camino. O tal vez, el por qué es la sorpresa de los niños ante el descubrimiento del mundo que tienen al frente y sólo tal vez sea una invitación para redescubrir el mundo con sus ojos y no la necesidad de una respuesta.
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