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sábado, 2 de abril de 2011

Recomendación de la película del mes, para sus chilpallates



Quinto año de primaria, en un ciudad de provincia. Las calles eran nuestras. No había amenazada más seria que un robachicos. Las pizzas era un gran evento y tardaban más de media hora. Mis mejores amigos eran Cesar, Hermes y mi tocayo Carlos. El perro de la casa era un gran danés negro de nombre Yago, que echado a mis pies, no se atrevían a molestarme.


También recuerdo que un jueves, después de clases, mis amigos se fueron a comer a casa. El motivo no era mi cumpleaños, ni nada por el estilo, era algo más serio. Nos habían dado permiso de ir al cine solos a los cuatros. Después de comer, a las tres y media de la tarde, en el auto de mi madre, nos fuimos juntos al Cine Reforma.


Salimos casi corriendo. Pasarían por nosotros a las seis de la tarde en esa misma esquina.


Jadeando por la emoción, apenas alcanzamos el borde de la taquilla, y como pudimos conseguimos nuestras palomitas. Escogimos los asientos, y poco a poco se fueron apagando las luces. Los cuatro nos fuimos quedando quietos poco a poco. La función estaba apunto de terminar.


Fuimos a ver Krull, película aún bajo la sombra de Star Wars, que nos narra la historia de un valiente príncipe que esta dispuesto a todo por encontrar de nuevo a su princesa, que en el momento de compartir el fuego que nace del agua, como símbolo de fidelidad, como símbolo de unión, en ese planeta, unos seres con extraños cascos roban a la princesa para llevarla a la fortaleza negra, nido del ser más malo que existe en el universo. Desea a su princesa para formar su imperio cósmico.


Si, si ya sé. El guión no es nada original y el final previsible. Pero lo importante es el camino para llegar a vencer a la Bestia en su fortaleza negra. El príncipe se encontrará a un viejo mago y sabio, un grupo de bandidos que mas parecen integrantes de un grupo de rock Glam, con mallitas y con cara de malos, un mago en ciernes con capacidad de transformarse en diferentes animales, un cíclope que es el alma moral de todos ellos.


Tendrán que vencer varios obstáculos, como el saber dónde se estacionara la fortaleza negra, que es una montaña, huelga decir que es negra, que tiene la capacidad de que al amanecer se disipa y aparece en otro lugar, volviendo impenetrable la fortaleza con el azar de su viaje. Así que apostaran la vida con tal de encontrar el oráculo que les de la victoria.


Si recuerdo que en esta peli es el Príncipe quien consiguió el arma más increíble, que jamás haya visto en películas. La imagen de la inolvidable “Glaive” utilizada por el héroe como arma legendaria. Me remonta a las armas de los ninjas, como el “shuriken”, que causa fascinación entre los amantes de las arte marciales.


Al final, después de todo, ya en la escena feliz, que no contaré en esta ocasión, mis amigos y yo acabamos aplaudiendo. Paso el tiempo y al volver a verlos, la frase que le digo la princesa a la bestia, El poder es efímero, pero el amor es eterno, se quedó grabada en nuestra mente, y más aún, cuando los veo, al lado de sus compañeras de vida, sé que también se quedó grabada en su corazón.


Krull, fue dirigida por Peter Yates en 1983. Es la típica película que supone una mezcolanza de estilos que irrumpieron con fuerza durante ese periodo. Una mezcla de fantasía heroica con space opera. El señor de los anillos fusionado con una Guerra de las Galaxias que sustituía su destructor imperial por una gigantesca fortaleza oscura, donde un demonio espacial irrumpía en un mundo muy cercano al terrestre. Tal vez esta rara creación, que no se quedaba en un estilo definido, no causó muy buena acogida en su momento (posteriormente se ha convertido en una cult movie), y se sitúa como una rareza de un género a medio camino de ninguna parte.

A las seis de la tarde, de ese jueves, los cuatro niños, que se subieron al Dart Gris de mis padres, rumbo a sus casas, ya no eran los mismos.

Charlie A. Secas


TÍTULO ORIGINAL

Krull

AÑO

1983



PAÍS



DIRECTOR

Peter Yates

GUIÓN

Stanford Sherman

MÚSICA

James Horner

FOTOGRAFÍA

Peter Suschitzky


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