por: Haydee Ramos C.
Cuando era niña mi padre solía regalarme juguetes raros. Una vez llegó con un tubo largo y de color azul brillante. Él era esa clase de padre, que cuando regresaba de trabajar, algo traía en sus manos para mí, y yo brincaba del gusto, de emoción y misterio, sobretodo del MISTERIO que me producía cosquillas en la panza, porque no sabía que traía entre manos.
¡Haydeeee! Me gritó, con su voz dura y alta como de comandante, mira por ese hoyito. Primero, me asusté... como me solía pasar con su voz de megáfono. Segundo después, corrí presurosa a tomar esa "cosa" que traía cargando.
¡AAAAAA! Ay, caray, papito qué bonito, y brinqué de alegría con mi tubo entre las manos. De ahí, en adelante lo metí en mis bolsillos, y viajaba conmigo como si fuese mi catalejo para mirar a la distancia, pero yo veía algo más que la lejanía, veía la belleza de otra realidad que vivía en el fondo de ese hoyito. Y cuando ellos discutían, y tenían caras largas y pesadas como de anclas inamovibles en el mar negro. Yo...lo sacaba.
Hace poco encontré a un viejo señor, que construye Caleidoscopios, sin pensarlo compré dos, uno se lo regalé a mi hermana, porque ella es una niña nueva que no conoce los juguetes viejos, esos dinosáuricos que guardan las grandes cosas de la vida que deseo nunca desaparezcan.
esos son catalejos como consigo uno?
ResponderEliminarA veces hay señores que todavía los hacen, yo los ando cazando!! Ya son poco y raros los productores!!
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